Aunque la lluvia, caprichosa e inoportuna y al mismo tiempo esperada, quiso obstaculizar la II Ruta Fernando Quiñones, no lo consiguió.
A la hora convenida, en un patio donde crece un limonero lunero, se leyó el manifiesto y partimos tras las huellas periodísticas de Fernando, sus Mijitas del freidor. En la calle Flamenco, en el muelle, en la Plaza de España, donde la lluvia
arreció y nos obligó a buscar cobijo, tras pasar rápidamente por la Plaza de Mina y ver el escaparate de la librería Manuel de Falla, en la Asociación de la Prensa primero y después en el patio neomudéjar del Casino Gaditano. En este intervalo desaparecieron las nubes y volvimos a la calle porque la lluvia, aburrida, se marchó y en la puerta del Oratorio, templo de la Constitución, encontramos otra huella y otra en el Falla y otra en Valcárcel, vallado y cerrado, y otra en la puerta de la Caleta.
Y en todos estos rincones muchas voces se le prestaron a Fernando para que nos contara sus anécdotas, nos recitara sus poemas, leyera sus novelas, cantara sus canciones. Voces famosas, voces anónimas, voces amigas, en definitiva, del genial Fernando. Después en la Peña Juanito Villar mucho arte, mucha poesía y mucho humor.
A la hora convenida, en un patio donde crece un limonero lunero, se leyó el manifiesto y partimos tras las huellas periodísticas de Fernando, sus Mijitas del freidor. En la calle Flamenco, en el muelle, en la Plaza de España, donde la lluvia
arreció y nos obligó a buscar cobijo, tras pasar rápidamente por la Plaza de Mina y ver el escaparate de la librería Manuel de Falla, en la Asociación de la Prensa primero y después en el patio neomudéjar del Casino Gaditano. En este intervalo desaparecieron las nubes y volvimos a la calle porque la lluvia, aburrida, se marchó y en la puerta del Oratorio, templo de la Constitución, encontramos otra huella y otra en el Falla y otra en Valcárcel, vallado y cerrado, y otra en la puerta de la Caleta.
Y en todos estos rincones muchas voces se le prestaron a Fernando para que nos contara sus anécdotas, nos recitara sus poemas, leyera sus novelas, cantara sus canciones. Voces famosas, voces anónimas, voces amigas, en definitiva, del genial Fernando. Después en la Peña Juanito Villar mucho arte, mucha poesía y mucho humor.
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