lunes, 22 de abril de 2013

Crónica de la Ruta por Rosario Troncoso para Cadiznoticias.com

 
 
Tengo que hacerles una confesión: madrugar para ir a leer un poema en la puerta de una iglesia no es el mejor de los planes para un sábado, y la pereza, desde el momento en que tronó el despertador, se mantuvo haciéndome un pulso de lo más cruel. Me desperté de mal humor, y con pocas ganas de saludar a nadie (media hora antes y media hora después del desayuno, soy una auténtica ogra).
Pero bueno, ya me había comprometido y tenía que estar al pie del cañón (o de la iglesia).
Llegamos muy pronto, aún hacía fresquito y nos dimos un paseo tempranero por Cádiz, a la hora en que las calles huelen a mi infancia, y a primavera con salitre.
Un rato antes de que todo empezara, nos acercamos a Santa María, al punto inicial del homenaje que le rendiríamos a Quiñones, por tercer año consecutivo. Aún no había nadie, pero esperamos.
La gente fue llenando la calle en un goteo constante. Y pronto llegó el alimento.
Apareció Blanca, nerviosa, pletórica organizadora del evento, con un papelón de churros que olían a gloria bendita, y que completaron mi paisaje aromático de la mañana. Por supuesto, estando allí Fernando, artista cuántico, músico, poeta y tragón como nadie, los churros no sobraron.
 
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