Una marea de buena gente congregada para un bello fin, sin otro ánimo que el de pasear juntos, saludarse, compartir la inquietud por las letras, por la cultura, unidos por un hilo invisible de cariño sujetado, justo en ese extremo en que se funde con el infinito y se pierde en las olas, por las manos de un escritor genial, chiclanero y caletero, gaditano y sin fronteras, entrañable y al que todos extrañamos: Fernando Quiñones.
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